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La Carrera De La Fe

Versiculo Central: Hebreos 12: 1-3

Cuando un corredor entra en una carrera debe seguir la ruta trazada y respetar las reglas de la competencia, pues si viola la ruta tomando otro rumbo, no importa qué tanto corra el atleta o qué tan rápido llegue a la meta, este deportista no recibirá ninguna recompensa porque decidió tomar la ruta que no fue dada.

Del mismo modo hay muchos cristianos en el mundo quienes empiezan la carrera correctamente, siguiendo la ruta que Dios le dió, pero algo pasa en el trayecto y deciden cambiar el rumbo tomando su propia ruta. Nosotros como cristianos debemos seguir la ruta que Jesús nos dio y tenemos correr esta carrera de una manera legítima.

Quizás te preguntes, ¿cómo puedo yo correr bien la carrera de la fe?. La respuesta está en las sagradas escrituras, pues Hebreos 12: 1-3 dice:

“Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,

2 puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

3 Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar”.

Cuando leemos este pasaje, vemos claramente cómo Dios nos motiva a dejar atrás todo pecado y a despojarnos del mismo si queremos avanzar en la carrera de la fe. Es interesante ver que los corredores en las olimpíadas usan ropas muy ligeras, pues cualquier peso les resta velocidad.

Nosotros como cristianos debemos aprender que si seguimos aferrados al pecado no podremos llegar a la meta.

Otra cosa que nos revela esta porción bíblica es que debemos correr con los ojos puestos en Jesús el autor y consumador de la fe. Si ponemos nuestros ojos en Él podremos vislumbrar claramente la ruta que tenemos por delante y alcanzar la recompensa que Dios tiene para nosotros.

Otro aspecto a tomar en cuenta si queremos llegar a la meta, es que necesitaremos paciencia. Debemos aprender a esperar en Dios sin desesperarnos. Algunos maratones incluyen en su ruta escalar montañas muy altas, lo que amerita mucha energía y momentos en que el corredor simplemente debe caminar.

Así mismo es la vida cristiana; habrán momentos en que tendremos una gran montaña frente a nosotros y en otras tendremos valles. No podemos rendirnos ante la montaña ni precipitarnos a correr en el valle, donde solo se nos pide caminar. Dios nos dará la dirección y debemos obedecer con paciencia a lo que Él demanda.

Hoy quiero motivarte a seguir corriendo la carrera de la fe legítimamente hasta llegar a la meta, a no rendirnos, sino pedirle al Señor que nos ayude a seguir corriendo con paciencia, despojándonos de todo pecado y con nuestros ojos puestos en Jesús.

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